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  • Valioso es tambi n este estudio

    2019-04-28

    Valioso es también este estudio preliminar porque además queda claro que Carla Ulloa, por las referencias bibliográficas que utiliza y las menciones de otros textos similares, conoce y está al tanto de la crítica no sólo de un texto como este, sino de toda la problemática teórica, epistemológica, de género y de géneros convocada alrededor y en el centro de este tipo de escrituras. En su blog, por ejemplo, Carla Ulloa reúne y actualiza constantemente información muy importante sobre este campo. Ahí leemos algunos de los aportes fundamentales de diversas especialistas que se han dedicado al análisis de las escrituras femeninas en general y de sus narrativas de viaje en particular: En efecto, lecturas atentas de estos textos sabrán localizar “lo político” de su empeño signado, más allá de referirse o hacer mención gallic acid políticas específicas, encontradas al paso en los lugares que visitan y recorren, o de hablar sobre los personajes políticos que conocen; más allá, pues, de tales datos referenciales importa observar su compromiso por hacer público un pensamiento que expone y combina ideas, impresiones y contextos de ciertas épocas y desde una posición de sujeto al margen, aun cuando se trate de viajeras “diplomáticas” o pertenecientes a clases sociales privilegiadas. Otra especialista en este campo de estudios cuyas ideas Ulloa recoge en su sitio virtual, dice, por ejemplo, lo siguiente: Ambos fragmentos citados sirven para indicar sólo algunas de las rutas de lectura y análisis que las escrituras de las mujeres viajeras proponen. El relato de Maipina de la Barra (1834-1904), no escapa a ninguna de las “marcas” que las especialistas han identificado en este tipo de textos históricos femeninos. Está dividido en dos partes: un viaje feliz a Europa (“Impresiones”), y otro viaje muy difícil a Buenos Aires (“Vicisitudes”). Pero antes de poder entrar de lleno al relato de la autora, llama mucho la atención el de la obra y que, quizá por moda editorial o por tratarse precisamente y sin ambigüedad de un texto escrito por una mujer, se llama “Advertencia de los Editores”. En ella podemos leer absolutamente y quizá más que en el texto de Maipina, todas las marcas de género de una época, y por género me refiero, obviamente, al discurso masculino y patriarcal dominante que delimita y define con bastante precisión la clasificación y el lugar que merece el texto de una mujer como Maipina. No obstante que quieren ser amables y respetuosos con la autora, los editores no pueden librarse de esa normatividad de género que los hace recomendar la obra especialmente “a las Madres de familia en general”. Después de ello, una gran lista de adjetivos (en los que se puede localizar toda la estereotipia de género) se van sumando a la atenta apreciación de los editores. Así, de diversos modos, el texto de Maipina es calificado como “modesto, sencillo, elevado, natural, sentimental, sublime” y un sinnúmero más de cualidades morales y maternales por las que será “atractivo y seductor” leerlo. Estamos de esta manera frente a un texto que abre varias travesías de análisis, no siendo menor tampoco su posibilidad de compararlo con relatos de viajes femeninos y de esa época pero en sentido contrario: de Europa a nuestra América Latina, en donde se cruzan no sólo los mandatos de género masculino y femenino, sino también y principalmente las ideas sobre civilización y barbarie.
    Un peculiar texto de Borges enumera, al interior de su relato, interesantes ejemplos de varias categorías pertenecientes al idioma propuesto por John Wil-kins —un sabio inglés del siglo — cuyo objetivo fue diseñar un lenguaje mucho más completo, abarcador e incluso preciso, en sus descripciones del mundo, de lo que pudiera ser cualquier otra lengua. Las tipologías propuestas por Wilkins junto con algunas de mayor antigüedad y otras más recientes - —citadas en aquel texto— llaman la atención debido a artificial selection su complejidad, así como a su aparente extravagancia e incluso su falta de lógica. En última instancia, a lo que apela el texto de Borges es que debido a que no sabemos con precisión “qué cosa es el universo” somos incapaces de elaborar un orden suficientemente representativo que no sea arbitrario, conjetural y por lo tanto exiguo. En ese sentido, vale la pena detenerse a pensar que toda clasificación busca el concierto de una determinada materia o una síntesis que es evidentemente posterior a la concepción de la idea detrás de una pintura, de una pieza musical o de un texto literario, por lo que muchas veces ese orden que pretende emparentar un grupo de obras a una estética surgida de una lectura y su interpretación, puede abarcar las generalidades, pero difícilmente será del todo representativo. En esta situación podemos situar, probablemente, la abundantísima producción literaria de Manuel Gutiérrez Nájera (1859-1895) en la que, como en la enumeración de Borges, la diversidad de sus temas, la variedad de registros en la escritura y la hibridación genérica de sus textos confluye en un conjunto formidable de obras que a más de un siglo de la muerte del no terminamos de discutir e incluso de conocer, dada la dispersión de las fuentes hemerográficas en que se difundieron los textos. En el estudio preliminar de de Manuel Gutiérrez Nájera en la serie “Viajes al siglo XIX” Claudia Canales, coordinadora de la edición, califica certeramente la producción del modernista como “caudalosa y laberíntica”, lo que desde un principio advierte a los lectores la dificultad que supuso hacer una criba de la obra de una de las figuras centrales del Modernismo y depositarla en un solo volumen. El riesgo de elaborar una selección de los textos najerianos va, sin duda, más allá de dejar fuera gran cantidad de materiales valiosos para su producción; la verdadera dificultad se encuentra en lograr una elección representativa y topográfica que en pocas páginas reúna ensayos, artículos, crónicas, narrativa y poesía en la que los lectores encuentren temas como crítica literaria, opinión política e incluso sobre la moda de su época. La antología general está dividida en siete secciones que agrupan los textos por géneros: reflexiones, ensayos, crónicas, cuentos, novelas cortas y poesía y acompañan al volumen —además del estudio preliminar— otros dos trabajos críticos sobre la narrativa y la poesía najerianas y, finalmente, una exhaustiva cronología sobre la vida y la trayectoria periodística del autor. Como en el resto de las antologías de la serie “Viajes al siglo XIX”, cada sección lleva un encabezado apelativo al contenido de los textos a los cuales precede, algunos ejemplos son “Repicando los revoltosos cascabeles” que antecede la sección de crónica; el de narrativa, titulado “Por el camino que lleva al corazón” o el de poesía: “En la urna diáfana del verso”. Cabe señalar que cada uno de los textos antologados cuenta con la ficha bibliográfica o hemerográfica, según el caso, necesaria para rastrear la fuente original de cada material, además de un afortunado criterio editorial que omite las notas contextuales que en muchas ediciones académicas obstaculizan la comprensión de los lectores no especializados. La complejidad que involucra un acercamiento crítico y editorial a la obra de Gutiérrez Nájera y a establecer por tanto un orden a sus textos, se puede observar en el trabajo realizado por los editores de la antología; pues los siete apartados que contienen las obras, se subdividen a su vez en temas que no pretenden ser la única disposición tipológica —tomando en cuenta la naturaleza de las obras— así, las “Reflexiones” del primer apartado están divididas en “históricas” y “políticas” primero y, después, las que abordan el periodismo. Otro caso notable es el de las “Crónicas”, distribuidas en cuatro subcategorías: líricas, anecdóticas, humorísticas y didácticas.