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  • Se trata de una generaci n que creci a la

    2019-06-24

    Se trata de una generación que creció pkd kinase la sombra de un “experimento” como Poesía en movimiento, publicado por primera vez en 1966, pero que en 1990 había alcanzado la 21ª edición en Siglo XXI, antología que apostaba por la poesía de ruptura y el poema como signo (Escalante 2013: 91-94). En cierto sentido, la poesía de la generación de 1975-1985 radicaliza los efectos de esta postura estética y generacional, en su énfasis para distinguir entre una generación y otra. Si en 1966, en una antología preparada por poetas de generaciones y posiciones muy diferentes en el campo literario como Alí Chumacero, Homero Aridjis, José Emilio Pacheco y Octavio Paz, se proponía que para entender una poesía en movimiento resultaba necesario fundar una “tradición de la ruptura”, esta noción resultaba ya paradójica en una fecha tan temprana como 1980. Para esta generación, la noción de tradición de ruptura, ligada estrechamente a la figura de Octavio Paz (Stanton 1998: 51-60; Escalante 2013: 77-94), se agudiza no por un cambio radical en la estética de Octavio Paz (cuya mejor exposición se encuentra en Los hijos del limo [1974] y en La otra voz [1990] [Paz: 321-473 y 489-592]), sino por un cambio en nuestra sensación del paso del tiempo. Si para Paz las rupturas se daban entre generaciones (de ahí su importancia), la copresencia fomentada por una organización más democrática y horizontal ha tenido un efecto catalizador: la ruptura ya no se da en un marco cronológico vertical entre miembros de distintas generaciones, sino que se produce en la copresencia de los programas de creación, de los talleres literarios, de los concursos por becas y por premios. Como señala Julián Herbert con mucho tino, lo que ha cambiado respecto al concepto actual de generación “no es académico ni —exclusivamente— estilístico sino cultural: el de nuestro sentimiento del tiempo” (2010: 21-23). Se trata, desde una perspectiva estética, de una generación donde se pueden apreciar ya las consecuencias de una convivencia regulada bajo las normas de un estado administrador, donde la convivencia organizada ha conducido al deslinde de la propiedad intelectual contigua, identificada por una poética de la ruptura en copresencia generacional.
    Final Ni la nómina de autores de la generación ni la serie de características compartidas entre estos poetas, tan diferentes entre sí, parece ofrecer resultados útiles para hablar de una generación. Como escribe Fernández Granados con agudeza y humor, “anunciar una nueva generación tiene para mí algo de campaña publicitaria. Inventar familias ahí donde solo hay individuos es propio más bien de conapo” (2005: 33). Una generación, en la actualidad, no se explica desde su comunión y sus rasgos comunes (que son escasos), sino desde su dispersión conflictiva por una copresencia obligada: los miembros al interior del taller literario, en una licenciatura o posgrado en creación literaria, los concursantes de un premio o una beca, quienes gozan de un financiamiento público vs. los independientes, quienes publican en editoriales estatales vs. quienes no, quienes tienen más currículum contra los que tienen menos, etc. En suma, podemos advertir procesos estéticos que se inician por la percepción de factores externos, durante procesos sociales conflictivos que implican la comparación y el consecuente deslinde de propuestas estéticas. En la poética de un autor no se busca comulgar, sino que se busca el deslindarse, el indefinirse; el producto literario coincide en aspectos formales básicos estatutarios, pero luego se deslinda rápidamente de sus compañeros de generación y de generaciones anteriores con un producto disimilar. Los productos poéticos demuestran, sin embargo, tendencias tenues, pero es claro que no se sostienen en una base estética, donde los autores de la generación han encontrado la manera de allegarse rasgos distintivos, sino en una base común dentro de su formación (la privación de referentes sociales comunes prestigiosos, al estilo del 68, o la radicalización de la experiencia subjetiva como efecto secundario de la búsqueda de una identidad). Se trata, en fin, de categorías muy lejanas al esteticismo intemporal al que estamos acostumbrados, pero categorías concretas al fin que nos pueden ayudar, sumadas a otras plataformas de análisis, a entender el panorama literario de los últimos años desde sus causas sociológicas y hasta sus consecuencias estéticas.